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IDEARIO INSTITUCIONAL

El Ideario es el conjunto de principios que debe orientar nuestra vida y nuestro quehacer educativo, a la hora de elaborar proyectos, establecer prioridades, fijar metas y deducir los medios necesarios. Por lo mismo, contiene una determinada visión del hombre, del mundo, de lo religioso, de la educación, que será nuestro marco de referencia.

Nuestro colegio es un centro educativo parroquial católico que la Iglesia ofrece a la sociedad, para promover la formación integral de sus alumnos. Se inserta en la pastoral eclesial y en el sistema educativo nacional.

Nuestra visión del mundo y del hombre está inspirada en el Evangelio de Jesús.

Como comunidad educativa parroquial, conscientes del protagonismo que asumimos, no sólo en impartir una educación que sea competente desde el punto de vista pedagógico, sino esencialmente promoviendo una función integral de la persona humana, entendemos que “el objetivo general de una escuela católica es garantizar de forma institucional la presencia y los valores que enseña la Iglesia católica en medio de la sociedad y la cultura del lugar en el que se desarrolla el servicio”.


Esto implica:

  • Una inspiración cristiana por parte, no sólo de cada miembro, sino también de la comunidad escolar como tal;
  • Una síntesis fundada en la fe y la cultura de la que ambas se benefician en orden a su mayor desarrollo y profundización;
  • La fidelidad al mensaje cristiano tal como es presentado por el Magisterio de la Iglesia católica;
  • El esfuerzo institucional al servicio de Dios, de la familia, de los jóvenes en su itinerario hacia el objetivo trascendente que da sentido a la vida cristiana: “la gloria a Dios y el amor al prójimo”.

Nos comprometemos a trabajar para hacer realidad esta misión bajo la guía segura de determinados principios rectores que se detallan a continuación:

  • Cristo como Maestro, Camino, Verdad y Vida
  • La educación es un factor básico y decisivo para una cultura más acorde a las necesidades del hombre y el proyecto de Dios
  • La Iglesia católica, a través de sus centros educativos contribuye a dar sentido evangélico a toda la realidad humana, que en nuestro caso se plasma en la estrecha relación con la actividad de la Parroquia San José

Nuestra Institución es un centro educativo parroquial católico que la Iglesia ofrece a la sociedad, para promover la formación integral de sus alumnos. Se inserta en la pastoral eclesial y en el sistema educativo nacional, y está llamada a ofrecer una educación inspirada en la Misión Evangelizadora.


Nuestra Misión como Comunidad Educativa del Colegio La Inmaculada estrechamente ligada a la Parroquia San José, es ser una verdadera Comunidad de Vida Cristiana, que sepa compartir y transmitir el Evangelio con el testimonio de vida personal y grupal, donde se pueda crecer y vivir en la fe cristiana desde el encuentro con Jesucristo como fundamento.


Destacamos como decisiva acción pastoral procurar que ningún educando egrese de nuestra Institución sin una adecuada cosmovisión Cristiana. Ella habrá de conducirlos a experimentar el amor y la fe, firmes en Jesucristo, unida a un activo sentido de participación y pertenencia a la Iglesia.

Nuestro estilo educativo

El proyecto educativo tiene explícita referencia a Cristo y a su Evangelio. Los principios evangélicos se deben convertir en normas educativas, en motivaciones interiores y en metas finales de la organización escolar. Es necesario, entonces, que la enseñanza religiosa aparezca como disciplina escolar, con la misma exigencia de sistematicidad y rigor que el resto de las materias curriculares. Los alumnos tienen el derecho a aprender, con verdad y certeza la doctrina de la Iglesia católica, ya que ésta es la que la institución profesa. Este derecho de aprender más a fondo sobre la persona de Cristo y la integridad del anuncio salvífico no puede ni debe ser desatendido.


Perfil de la persona que educamos:

Dimensión física:

  • Un alumno que valore y demuestre respeto por su cuerpo y el de los demás, su desarrollo físico y su salud manifestándolos a través de una vida sana y cuidando el ambiente natural y urbano en que está inserto.
  • Un alumno que sepa aceptar, comprender y valorar los tiempos de crecimiento, las limitaciones y las capacidades de sí mismo y de los demás.

Dimensión afectiva:

  • Un alumno capaz de dar y recibir afecto, teniendo en cuenta al prójimo como hecho a imagen y semejanza de Dios.
  • Un alumno sensible a las distintas problemáticas individuales y sociales que lo animen a interactuar para crear una nueva sociedad verdaderamente participativa y fraterna.
  • Un alumno que reconozca y se proponga crecer en los valores de trascendencia, familia, parroquia, participación y convivencia dentro de un clima de afecto y respeto.

Dimensión cognitiva:

  • Un alumno que se convierta en sujeto de su propio desarrollo, demostrando autonomía y deseos de superación en pos de sí mismo y de los demás.
  • Un alumno que cultive la constancia en el estudio e interprete la importancia de poseer herramientas que faciliten su tarea de aprender.
  • Un alumno que cultive el juicio crítico, la reflexión, los hábitos que conlleva la labor intelectual.
  • Un alumno activo y creativo que posea la capacidad de investigación y debate.

Dimensión comunitaria y social:

  • Un alumno creativo, inquieto que sea capaz de dar respuestas originales a las nuevas realidades que se van presentando cotidianamente.
  • Un alumno que sea capaz de tener un diálogo crítico, responsable y católico frente a los medios de comunicación social.
  • Un alumno dispuesto a participar de convivencias, encuentros, retiros, actividades culturales, deportivas y sociales.
  • Un alumno que sea capaz de formarse asumiendo responsabilidades en su futura vida profesional con una auténtica perspectiva de servicio a los demás.
  • Un alumno que tenga conciencia de su papel ciudadano y de su consecuente accionar.
  • Un alumno que, a partir de conocer realidades de necesidad material y espiritual, del entorno cercano o no tanto, de la comunidad parroquial preferentemente, asuma la dimensión cristiana del servicio y se comprometa ayudando efectivamente a sus hermanos

Dimensión ético-valorativa:

  • Un alumno que valore la dimensión del hombre hecho a imagen y semejanza de Dios, la responsabilidad, la solidaridad, la libertad, la justicia, la misericordia, la esperanza, la paz, la conciencia crítica y respeto hacia toda la humanidad.

Dimensión trascendente:

  • Humanizar y personalizar al hombre, orientándolo a su fin último: la santidad.
  • Respetando las opciones personales frente a la propuesta de la fe aspiramos a que nuestros alumnos reconozcan en sí mismos la dimensión trascendente que los abre al resto de los hombres y a Dios.
  • Un alumno que sea capaz de experimentar la propuesta evangélica participando de las actividades pastorales propuestas por el colegio.
  • Un alumno que respete y sea abierto a la propuesta evangelizadora que el colegio da desde la formación religiosa sistemática.
  • Un alumno que logre expresar y celebrar la fe en un encuentro personal y/o comunitario.
  • Un alumno que desarrolle su vocación personal y misionera siendo testigos de una vida coherente con la fe.
  • Un alumno que reconozca a nuestra Madre Inmaculada como camino para llegar a Cristo y a los hermanos.

Estilo de enseñanza:

En nuestro colegio se prima la educación integral: esto quiere decir que no sólo se tienen en cuenta la adquisición de saberes, destrezas y habilidades con las cuales debe contar el alumno, sino una formación permanente en valores que no puede disociarse de los otros objetivos planteados.

Dichos valores se enmarcan en las enseñanzas de la Iglesia para formar a nuestros chicos en sus dimensiones culturales, intelectuales y espirituales ayudándolos a desarrollar su inteligencia y voluntad, promoviendo así seres libres y responsables de sus decisiones.

Se tiene como objetivo lograr una educación de calidad a la luz del Evangelio promoviendo que el educando se involucre en el aprendizaje de un modo directo y protagónico. Se trata de ayudar a desarrollar la maduración afectiva personal y en su dimensión social en los valores de trascendencia, familia, convivencia, participación activa y consciente en pos de sí mismo y la comunidad en su totalidad.

Aspiramos a un perfil de egresado preparado, con todas sus potencialidades despiertas incentivado a crecer, estimulando sus posibilidades intelectuales y religiosas en función del bien personal y comunitario, como así con un comprometido trabajo que pueda plasmarse y continuar en la labor parroquial dando testimonio de vida coherente con la fe.


PERFIL DE LA FAMILIA:

El primer y más importante agente socializador de los niños y niñas, es la familia. Ella, con el paso del tiempo ha ido sufriendo una serie de modificaciones, tanto en su estructura como en sus funciones. Por consiguiente, se hace necesario analizar la relación Familia-Escuela, en cuanto que son los dos grandes agentes socializadores responsables de la educación de los alumnos, prestando atención a las realidades en las que están inmersos, e intentando dar respuesta a las demandas que cada uno de ellos pueda presentar. En última instancia, lo que no podemos olvidar es que ambos agentes repercuten directamente en la capacidad autónoma y de responsabilidad de los niños y, para que éstas se produzcan, se hace necesario que familia y escuela trabajen conjunta y cooperativamente.

Los niños y niñas disponen de estas dos grandes instituciones educativas para construirse como ciudadanos. Por tal motivo, ni la escuela por una parte ni tampoco la familia por otra, pueden desempeñar dicha función de manera aislada y diferenciada la una de la otra. Como bien expresa Bolívar (2006), la escuela no es el único contexto educativo, sino que la familia y los medios de comunicación desempeñan un importante papel educativo. Por tanto, la escuela por sí sola no puede satisfacer las necesidades de formación de los ciudadanos, sino que la organización del sistema educativo, debe contar con la colaboración de los padres y las madres, como agentes primordiales en la educación que son, de los alumnos/as, que ellos deben formar (Ortiz, 2011). Los padres son los responsables tanto legales como morales de educar a sus hijos, al igual que remarcamos que la escuela no puede ni debe suplir esta responsabilidad. Por ello, se vislumbra la necesidad de que la participación de las familias dentro del contexto escolar sea una realidad, dando lugar a que el trabajo entre ambos agentes, sea de forma conjunta y colaborativa, buscando una complementariedad entre los valores y pautas educativas que las familias despliegan en su contexto –el hogar- y lo que la escuela pone en funcionamiento en el centro educativo. Ahora bien, hacer que sea una realidad esa complementariedad de la que hablamos, en cuanto a los procesos educativos a seguir, es primordial que se produzca una comunicación asertiva entre ambos agentes. De esta forma, podrán llegar a un consenso en lo que respecta a las responsabilidades educativas que las compete. Pero para poder dar con este clima de comunicación y cooperación, es imprescindible que se generen espacios, momentos y vías de encuentro.

Es de vital importancia que la familia conozca y adhiera a este ideario y se comprometa a vivir coherentemente con la fe cristiana, acompañando a sus hijos en su crecimiento y desarrollo.